Deberíamos aburrirnos más

Originalmente publicado en mi newsletter

Eduardo Arcos
Eduardo Arcos

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Estos últimos meses pienso bastante en el aburrimiento, en cuánto lo odio, en lo improductivo y miserable que me hace sentir. Aburrirse es ridículo porque hay tantas cosas a mi alrededor que puedo hacer, tengo acceso a prácticamente lo que yo quiera leer o ver, y aún así nos aburrimos ¡todo el tiempo!.

El tener acceso a casi cualquier cosa, a decenas de videojuegos, a millones de libros que se pueden adquirir en un click, a catálogos inmensos de series o películas en, no se, Netflix. La posibilidad de usar mis piernas y caminar para visitar a un amigo, el privilegio de tener un coche y usarlo para ir a donde yo quiera, pero aún así aburrirme, genera un conflicto interno tan grande que siento que me parte por dentro.

Si a eso sumamos la presión social que se ejerce a los emprendedores (¿o nos lo ejercemos nosotros mismos?) de trabajar siempre, de buscar incansablemente la forma de llevar nuestra empresa al siguiente escalón y me tienes ahí, un fin de semana aburrido y al mismo tiempo sumamente frustrado por estarlo.

¿Pero realmente está mal aburrirse? Cuando Steve Jobs murió, el periodista Steven Levy escribió unas palabras maravillosas sobre él, entre otras cosas, su fascinación con el aburrimiento. Traduzco una parte de dicho texto:

Jobs tenía muy poco interés en el auto-análisis público, pero de vez en cuando soltaba una pista de lo que le apasionaba. Una ocasión recordó algunos de los largos veranos de su juventud. “Soy un gran creyente en el aburrimiento”, dijo. Explicó que el aburrirse permite a las personas disfrutar de su curiosidad y “de la curiosidad surge todo”. El mismísimo hombre que popularizó las máquinas que capturan toda nuestra atención como moscas a la miel, preocupado por el futuro del aburrimiento. “Toda la tecnología es maravillosa, pero no tener nada que hacer también lo puede ser”.

Recientemente he vuelto a esas palabras y he intentado con todas mis fuerzas disfrutar del aburrimiento como un catalizador a la creatividad y a despertar mi curiosidad. Con cosas simples, cotidianas o complicadas.

Hacer nada no está lo suficientemente valorado y yo soy el primero que debería entenderlo. En 2015 no me di vacaciones más allá de un par de días. Inmenso error. En mi esfuerzo por ser el más productivo olvidé por completo el beneficio de detenerme, dejarlo todo y permitir que la mente vuele, que recobre las ganas de ser creativo y ser curioso.

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Tecnología, cultura, ciencia, futuro y Apple. Director y fundador de @Hipertextual.