Lo que aprendí como emprendedor, y en mi vida, durante 2015

Eduardo Arcos
Eduardo Arcos
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9 min readFeb 19, 2016

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Si 2014 fue un año de mucho aprendizaje y decisiones difíciles, 2015 ha sido un año de inmensos contrastes, lleno de momentos increíblemente bonitos y extremadamente tristes, por partes iguales.

2015 fue com0 escalar y conquistar la cara norte del Eiger. Esto es lo que he aprendido:

1. Huyendo de los sueños

En Finding Forrester (Gus Van Sant, 2001) el escritor ficticio William Forrester le escribe a su alumno, Jamal Wallace, una carta. Inicia con la siguiente frase:

Alguien que alguna vez conocí escribió que huimos de nuestros sueños por miedo a fallar, o aún peor, por miedo a la posibilidad de tener éxito.

Supongo que Mike Rich, guionista de la película, es el responsable de esas líneas tan simples pero tan cargadas de realidad. He tenido que aprender a aceptar, muy a mi pesar, que hay personas a que, al tener la opción de elegir su felicidad y cumplir sueños, lo rechazan por miedo a que se haga realidad.

Es una situación llena de contradicciones y por momentos carente de toda lógica. Sí, el miedo a poder cumplir sueños es un problema real entre emprendedores, pero es también una situación que ocurre en muchos otros ámbitos alejados de los negocios, capaces de causar mucho dolor.

2. Si escuchas atentamente, un músico puede darte una gran lección de emprendimiento

El ecosistema de emprendedores tiende a ser ombligista, auto-complaciente y endogámico. Nos miramos a nosotros mismos para darnos consejos, para encontrar respuestas y para auto-afirmarnos. Nos cuesta ver más allá de nuestro propio círculo. El foco obsesivo en el performance hace que perdamos de vista la importancia de la sensibilidad de las cosas, las personas y el valor de lo pequeño o de lo simple.

He recibido más lecciones de negocio en músicos que en cualquier libro empresario exitoso, coach, charla de TED o texto de auto-ayuda. Y es que en muchos casos es más complicado componer una canción con fondo, sustancia y que logre trascender en el tiempo que arrancar un startup.

A menudo los músicos se enfrentan a problemas más grandes que un emprendedor y los tienen que enfrentar con menos recursos y sus opciones de poder vivir de aquello que les apasiona son sumamente limitadas. Además, a diferencia de un emprendedor, lo más cercano a un “inversor” son las discográficas, que suelen poner condiciones y limitantes que un fundador jamás aceptaría.

Aún así, con las manos atadas, firmando contratos kafkianos, muchos salen adelante y son capaces de lograr crear piezas intangibles que logran afectarnos de formas tremendamente profundas.

Si pones suficiente atención aprenderás mucho, en lo que comunican con sus canciones, en la ejecución, en la composición. En las historias que, durante conciertos, cuentan entre una canción y otra. En sus formas de trabajar, de actuar y tratar de salir adelante.

3. Se humilde, rodéate de gente mucho más talentosa

Hace unos meses fui a un concierto de Steven Wilson y me sorprendió escuchar la forma en que se refería a los músicos que lo acompañaban. Frente a mi un genio musical contándole a su público que sería incapaz de hacer lo que hace si no se hubiese rodeado de personas mejores a él.

Cuando eres muy bueno haciendo algo es fácil perder el norte y olvidar que en realidad hay muchas formas de solucionar un mismo problema, que tal vez hay nuevas maneras, nuevos planteamientos de hacer las cosas, a veces más simples o más óptimos.

Un emprendedor no es bueno por si mismo, sino por la capacidad de subirse en los hombros de gigantes. Aceptarlo abiertamente requiere de muchísima humildad.

4. Hay quienes venden sus sueños por menos de lo que imaginas

Some will sell their dreams for small desires, or lose the race to rats

Eso lo escribió Neil Peart en Subdivisions de Rush.

Es increíble lo que la gente es capaz de hacer por un poco de dinero, por un título pomposo o querer estar en una situación de poder. Hay personas capaces de vender sus sueños y pisotear a quienes han intentado construir algo por si mismos a cambio de unos cuantos dólares más en sus cuentas de banco. Es más común de lo que te imaginas.

Bienvenido al mundo real, supongo.

5. El éxito es un juego a largo plazo

Busca las demos de algunas de tus canciones favoritas (esas versiones no terminadas) o escucha la versión en directo de alguna canción que se grabó hace más de diez años.

En ambos casos notarás evolución. La ejecución de un buen producto requiere de muchísima práctica, repetición, prueba y error. Es tan obvio que lo olvidamos. En editorial esto es particularmente importante. Sí, es posible crecer rápido por medio de inyección de dinero y repetidas inversiones, pero tarde o temprano llega el momento en que el producto tiene que ser rentable y auto-sostenible.

Algunos elegimos crecer lento, iterar, iterar, iterar, para encontrar el camino correcto y seguirlo. ¿La gran ventaja de hacerlo así? No tienes que comprometer tu producto a cambio de ingresos rápidos.

El mantra es: elige hacer una cosa, hazla muy bien, mantente pequeño y lucha desde el principio para ser auto-suficiente. Por eso cambiamos el modelo de la empresa. Cuando nos enfocábamos en varios productos algunos quedaron abandonados en intemperie, pudriéndose. Es injusto para nuestros lectores y va en contra de nuestros principios.

Esa estrategia viene con algunos condicionales: las cosas no suceden rápido, es un camino más doloroso y no muy popular. ¿Lo bueno? sientas bases muy sólidas para no ser uno más de los que nace, explota de éxito pero cae en el olvido pocos años después.

Hay universos de diferencia entre el Hipertextual de 2005 y el de 2016. Me emociona pensar en donde estará la empresa en 2020.

6. Dicho eso, la suerte juega un papel fundamental

Woody Allen:

Las personas tienen miedo de afrontar el hecho que gran parte de sus vidas dependen de la suerte. Da miedo pensar todo lo que está fuera de nuestro control. ¿Ese momento en que la pelota de tenis golpea en el borde la red y por un milisegundo no sabes si ira al otro lado de la cancha? Con un poco de suerte sucede. O a veces, simplemente no …y pierdes el partido.

Puedes leer diez mil argumentos, consejos y libros acerca del éxito. Vendrán miles de emprendedores a darte la receta para ser un triunfador. Pero la dura realidad es que en los negocios, en la vida, en el juego y en el amor, gran parte del escenario final depende de la suerte.

Acepta que no tienes control. Una vez que lo tienes claro, gran parte de la incertidumbre desaparece.

7. El deporte realmente te cambia la vida

En 2015 decidí dejar de estar sentado todo el día y empezar a hacer deporte. Mi elección fue la bicicleta y me ha cambiado la vida. Aquello de mens sana in corpore sano tiene mucho más sentido del que imaginaba. Se que descubrí el agua tibia, pero yo soy el ejemplo clásico de emprendedor que dejó a un lado su salud física porque “no tenía tiempo”.

Hacer deporte realmente aclara la mente, ayuda a mirar las cosas desde perspectivas distintas. Ayuda a lidiar con el comportamiento naturalmente competitivo de un emprendedor forzándolo a medirse consigo mismo. Te hace más humilde, te recuerda lo pequeño e insignificante que eres.

Pero también te hace entender que la maestría en el deporte es producto de la constante repetición, de esfuerzos titánicos que traen recompensas personales que tal vez nadie más entenderá jamás.

Por último, hacer deporte es una maravillosa conciliación con la soledad. Te desconecta de todo, te transporta a tu propio mundo.

8. Muchos intereses, sí, pero bien canalizados

Un día le comentaba a un buen amigo que admiro a las personas capaces de enfocar casi todo su esfuerzo, atención y diría que vida en una o dos cosas muy particulares, porque lo hacen excepcionalmente bien.

Sus temas de conversación, sus declaraciones públicas, su trabajo, sus discursos, planeación, todo. Todo enfocado a eso que les apasiona.

También lo admiro, le decía, porque yo soy incapaz de hacerlo, tengo demasiados intereses. Me gusta aprender sobre muchísimas cosas. Mi cuenta de Twitter es un reflejo. Publico sobre tecnología, pero cinco minutos más tarde menciono algo relacionado a la música, después voy a la política, vuelvo a algún tema de startups, pasando por alguna cosa de diseño o experiencia de usuario, luego escribo de coches, series de TV, cambio totalmente hacia la ciencia o astronomía para terminar escribiendo sobre el resultado de alguna que otra acción de NASDAQ. ¡Y siento pasión por todas esas cosas! y muchas, muchas otras más.

«No está mal tener un buen ancho de banda» me decía. «Te permite ver las cosas desde varios puntos de vista y la multitud de intereses, pero bien canalizados, te aporta, no te resta».

Tenía toda la razón, sobre todo en «multitud de intereses pero bien canalizados». Siempre he considerado que interesarme en tantas cosas era una debilidad, una señal de dispersión, de falta de enfoque, de poca disciplina.

Pero durante 2015 aprendí a convertir eso que siempre consideré un defecto en una ventaja, entendiendo que esa falta de enfoque puede ordenarse canalizando correctamente mis intereses y asignando prioridades.

Algunos lo llaman pensamiento lateral. Tal vez sea eso, no lo sé. Pero sí tengo claro que es fundamental encontrar interés y dejarse apasionar por cosas que tienen poco o nada que ver con tu trabajo. Creo que apasionarte particularmente por la cultura y el arte te ayuda a tener puntos de vista muy diferentes que te ayudan a resolver problemas, a aportar valor en el trabajo y a apreciar mejor las cosas.

9. Cultura

Cuando retiras de la ecuación los miles o millones de dólares de ganancias, las inversiones, las páginas vistas, los visitantes únicos, los likes en Facebook o el número de seguidores en Twitter, las estrategias, los premios ¿Qué queda? Es clave que una empresa sea reconocida por su cultura, porque es lo que en el fondo empuja hacia los cambios que la hacen crecer y la diferenciación con la competencia. Es lo que le da alma al proyecto. Pero es vital que esa cultura propicie acciones y actitudes positivas.

El año pasado escribía de cómo aprendí de la inmensa importancia de tener principios claros, sobre todo en tiempos difíciles. Como fundador es tu deber tomar esos principios y convertirlos en la base fundamental del proyecto que estás construyendo y siempre mantenerte apegado a ellos, contagiar a tu equipo y transformarlo en la cultura de la empresa.

Es mucho más que valores, es mucho más que un grupo de reglas a seguir, es aquello que te identificará más allá de lo que haces u ofreces.

Establece procesos para fomentar el orden, no para propiciar coherencia empresarial. Si tu caso es el segundo has creado un proyecto sin alma, sin principios y sin cultura. Tu gente necesita sentirse identificada con el alma de tu empresa y alinearse, eso les permitirá ser más flexibles, cuestionarse menos y tomar decisiones correctas más a menudo.

Por último, pero no menos importante: una cultura de empresa sólida reduce la necesidad (innecesaria) de cumplir expectativas y centra los esfuerzos de todo el equipo en trabajar con pasión hacia un mismo objetivo, todos mirando al mismo punto.

10. La importancia del amor y las relaciones personales

Decidí dejar todo de lado, olvidarme de mis relaciones y enfocarme de lleno a mi empresa

Esa línea la he escuchado tantas veces a otros. Yo la he repetido mil veces. Error.

Si no hay amor en tu vida, cualquier éxito, objetivo alcanzado, logro conseguido, por muy grande o pequeño que sea, se sentirá vacío, tendrá menos sabor, tendrá menos significado.

Quienes emprendemos tenemos esa mala costumbre, y no hablo necesariamente de una pareja sentimental. Amigos, familia e inclusive hijos quedan en segundo plano mientras nuestra total atención se centra en nuestros proyectos profesionales.

Una vez que hayas conseguido uno de tus más grandes objetivos ¿Qué sigue? Una vez que logres que tu startup sea exitosa ¿Qué? Una vez que todos los sueños profesionales que te planteaste se cumplan ¿Con quién lo compartes?

Da igual de quien venga. Es demasiado importante sentir cariño, amor y apoyo es lo que te mantiene en pie, lo que te hace seguir, lo que te hace apreciar realmente lo conseguido.

Las relaciones personales son fundamentales para encontrar un balance entre la vida y el trabajo. Es lo que llena el hueco creado por el “y ahora qué”. Es lo que nos ayuda a crear propósito en nuestra vida y marcar el camino de lo que queremos conseguir.

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Tecnología, cultura, ciencia, futuro y Apple. Director y fundador de @Hipertextual.